EL ESTADO DE LA COSA

Al borde de las veredas con sus bocas de revólver

cantan la orden los tetrarcas,

¡Parquée las piernas!

heche ese verso despacio

y manos arriba

que el estado de la cosa

es nuestra cosa.

Aquel, arduo de huracanes,

tibio de ceniza

enseñado a soltar la rima en railetes,

a no hacerle poemas

sino el amor

al amor,

saca sus manos del bolsillo

vomita en sus zapatos

repite tres patadas

blasfema contra la cosa

y jura

que nunca

escribir será mojar la pólvora con tinta.

dancizo toro